viernes, 13 de febrero de 2009

Extracto de la Novela "Carhué" por Leandro Vesco

EL TRIATLON QUE SE CONVIRTIÓ EN BOCHORNO


La 4ta edición del Triatlón de Carhué atrajo a una multitud de deportistas de todo el país y al italiano Andrea D´Aquino, que fue la estrella de la competencia ganándola de punta a punta, sin que nadie le soplara la nuca, aunque a veces el argentino nacionalizado tano, Daniel Fontana estuvo cerca de igualar el ritmo arrollador del Hercules de las Pampas. Fueron dos días de intenso movimiento, los atletas ganaron las calles de la ciudad, que se vio desbordada por la presencia de los amantes del deporte, gente de toda la región se dio cita en Carhué. Ya desde el sábado a primera hora la ruta tenía un tráfico como hacía mucho no veíamos, camionetas con enormes calcomanías, motos y tres camiones que transportaban las bicicletas de los competidores. La entrada de los hoteles se veía alborotada, hombres en shorts y mujeres en calzas se masajeaban sus músculos, había comitivas de periodistas, familiares y gente que se acercaba a ver a los titanes. Todo se fue ocupando y para el mediodía ya no quedaba ni una sola cama ni habitación disponibles. ¿Usted quería un poco de hielo? Seguramente se olvidó que hasta en la radio anunciamos que había que ir a lo del Vasco a las cinco de la mañana, Él y Rolando ya habían ido hasta el programa de Lorruño, y hablado con Christian Montesino, la multipremiada Julieta Sánchez además de pasar un rato por el programa de Dony San Román para avisar que abrían antes. ¿Quería un pedazo de cordero, un poco de asado pero del bueno? Olvídese, el Triatlón todo lo compró, lo ocupó lo comió y lo bebió. Hubo fiebre del deporte, y mucha gente queriendo pasarla bien. El tiempo, saltó a la vista, ayudó con un solazo que se dibujó en nuestro magnífico cielo pampeano, sólo faltaba que cayeran bondiolas del cielo para completar este día inolvidable. Hasta el lago Epecuén se mostró conciliador, ofreciendo a los atletas una tempratura de 22º.
La competencia fue el domingo pero el sábado los deportistas hicieron un reconocimiento de los distintos terrenos que tenían que domar al día siguiente. Recordamos que este evento es único en el mundo porque en la 1 etapa hay que nadar el ancho de todo el lago que son 8 kilómetros, pero con una salvedad, en vez de agua, hay que nadar sobre soda. Por eso, muchos de ellos lo que primero hicieron fue zambullirse al lago para palpar de cerca la complicada situación que presenta nuestro querido espejo de agua, inspirador de poesías y de historias de todo calibre.
Sin embargo, esta edición será recordada por dos episodios. El primero, es que con todas las comitivas, llegaron 20 triatletas no videntes, constituyendo un verdadero hito en lo que a triatlones se refiere en nuestro país, y según nos informan en el mundo entero, por lo que podemos decir que el primero triatlón para ciegos se hizo en nuestra Ciudad. Los ciegos, todos atletas de primera, vinieron de muchas provincias y entre ellos se encontraba Ruben Fesler, medalla de plata en los últimos juegos para ciegos disputados en Porto Alegre. Como vemos, el material era de primera. La delegación de ciegos llegó un día antes para poder aclimatarse mejor a la geografía y porque se le celebró un homenaje en el Museo de la Soda presidido por el intendente Alberto Gutt y el cura párroco Pablo Lell ofreció una misa en homenaje a estos verdaderos ejemplos de vida. Los 20 ciegos vinieron con tres miembros de la Sociedad Argentina de Deportistas Especiales, también no videntes, por lo tanto, y aquí deberíamos sacarnos el sombrero, nuestra sociedad demostró que cuando hay que mostrar el corazón, no andamos con vueltas. Los deportistas ciegos fueron ayudados por una multitud de carhuenses que pudieron además oír anécdotas del mundo del deporte al tiempo que ayudaban a cruzar los boulevares a esta verdadera elite de campeones.
El domingo a primera hora ya se podían ver los humos de innumerables churrasqueras que ya no daban más de las ganas de tener costillas pero tambien entrañas y alguna que otra verdurita para damas que quieren estar en línea para amenizar la espera y acompañar esta 4ta edición del Triatlón de Carhué, una multitud se dio cita en el balneario La Isla desde muy temprano, la familia armó su carpa, desplegó sus reposeras, el termo y el mate siempre amigos y la bolsa con churros o pastelitos, algunos menos protocolares, por imperio de la tradición ya se le animaban al tinto con un buen chorro de soda Carbajo, queremos decir, el folclore en su máxima expresión. Desde los parlantes se oían temas musicales de moda y algún que otro reportaje a los verdaderos protagonistas de la jornada, los atletas.
El petardo que daba inició a la competencia estaba previsto que explotara a las nueve, y más o menos a esa hora llegaron las autoridades, por lo que el petardista debió aguantarse un poco las ganas de hacer su merecida pero efímera labor, y la demora fue bien vista porque en ese hito horario corría un chijete que podría hacer acalambrar a más de uno. Avenida Colón fue eje del “movimiento” poque se veía una caravana de autos, bicicletas y ciclomotores que venían a presenciar la largada, medios de Bahía Blanca, Huangelen, Coronel Suárez representado por el monstruo del micrófono Oscar Durand, y hasta la artista plática de Cura Malal, Mercedes Resch que realizó una pintura in situ del colorido festejo, dieron un marco ideal, en definitiva estaban todos posicionados en sus respectivas ubicaciones, las fm de la ciudad a ultimo momento buscaban la primicia, aquella novedad que valiera el viaje y que justificara el viático, es decir, el choripán y el vaso de vino con soda burbujeante. Era todo aquello, un infinito mar de gente entusiasta; más o menos para poder graficar qué es un triatlón ahora que estamos por contar la largada de uno, se puede resumir en nuestro caso a esto, 1 etapa, correr 15 km hasta llegar a las ruinas de la Ex Villa Epecuén, desde ahí, 8 km a nado por el lago y la 3 etapa, 20 kilómetros corriendo alrededor del lago, es decir, llegar a A. Vatteone y pegar la vuelta para cortar la cinta que se puso en la plaza Levalle, para hacer todo esto, dios mio!, hay que decirlo, se necesita mucho amor propio y un fabuloso espíritu de superación.
Pero ya que estamos casi terminando nuestra crónica, diremos que hubo que lamentar algo, un grupo, los de siempre, hicieron de las suyas. Presos de lo contrario a lo que veníamos hablando, gente sin amor propio y sin más deseos que el de hacer despelote en un lugar que no daba salió con la suya, queremos decir que un grupito de alcoholistas de no más de cuatro pero que se hacían notar como ciento, según pudimos constatar el domingo último, manosearon algunas damas y sembraron el terror en la zona del baño del camping Municipal, a metros nomás de la largada, alguien habló de zona liberada, pero eso lo debería decir otro medio y no el nuestro; sin embargo, la lamentable presencia de esta caterva de sotretas no llegó a mayores porque a las nueve y cuarenta y cinco bajo un cielo azul transparente, el presidente del Triatlón, el Dr. Ezequiel Encinas Basso, comunicó al petardista que se ubicara.
Los altavoces avisaron de la inminente largada y las autoridades se acomodaron en el palco oficial, donde Alberto Gutt presidía la escena, en un momento de gran emoción solamente dijo unas breves palabras: “Lo que no se empieza no se acaba…Que gane el mejor y que esto sea un ejemplo para todos, ¿que más puedo decir?, que acá en Carhué, se puede!... adelante nomás!” Acto seguido el petardista se serenó aunque sus manos no lo demostraban, en una mano, el encendedor, y en la otra, el petardo, un, dos tres… y lo prendió, la mecha se encendió y lo largó al medio de la calle en donde esperaban una línea de Hércules deseosos de batir marcas. El silencio, los ojos de cien, de quinientas, de mil personas de pronto se posaron en ese petardo, las respiraciones, contenidas, las manos apretadas, y hasta los pedos censurados, hasta que finalmente, boom, explotó, en el mismo instante el ejército de piernas musculosas pasó por encima de la cuerda y se largó nomás la competencia. La algarabía y la felicidad fue común a todos. El triatlón estaba en marcha, y los organizadores pudieron respirar tranquilos.
Pero antes dijimos que esta edición iba a ser recordada por dos motivos, el primero, por la veintena de atletas ciegos que se animaron al desafío y por el cual llegaron desde todas partes los medios a cubrir la novedad, y el segundo motivo… bueno, del segundo motivo hubiera querido mejor ni escribir, pero atentos y obedientes a nuestro oficio, no podemos más que sentir congoja y angustia por lo ocurrido.
Minutos después de que los corredores salieron como flechas hacia la victoria, le llegaba el turno a los ciegos, todo el mundo los acompañó y allí fueron dando pequeños pero seguros pasos hacia el punto de largada, es increíble cómo aquí nadie se dio cuenta de lo que en pocos segundos sucedería, es un verdadero misterio que se develará algún día; como los ciegos suelen tener más desarrollado, nos comentaban, el órgano auditivo, el petardista no trabajó y sí lo hizo el Intendente, para ser inmortalizado en la fotografía, y en todas las anécdotas, se pactó que fuera él quién diera la voz de aura. Y fue así, igual que la anterior largada, pero esta vez menos numerosa, pero de igual manera la lía estuvo habitada por corajudos hombres que le venían a decir a la vida que ellos sí podían. Los veinte ciegos, se prepararon, y aunque miraban para cualquier lado, cuando el Intendente Alberto Gutt dijo “A la una, a las dos… y a las tres… vamos!” los veinte entonces, al mismo tiempo alzaron la misma pierna para iniciar la corrida, pero en ese mismo momento, los veinte ciegos se dieron un tristísimo, inolvidable porrazo.
Vivos, vagos, gente que nada tenía que hacer, les habían atado los cordones, y los pobres atletas ciegos quedaron desparramados en el suelo. El bochorno, llegó para quedarse.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho este capitulo. Espero la novela. Nicolas, de Carhué.

Anónimo dijo...

Justo ese dia fui al triatlon en carhué y está muy bueno el capitulo.

Anónimo dijo...

muy buena la novela